Seventeenth Sunday in Ordinary Time

07-28-2019Weekly Reflection©2019 Liturgical Publications, Inc.

Are you guilty of spiritual stockpiling? Spiritual stockpiling isn't an endless rotation of rosaries and novenas. It's accumulating emotional "goods" to meet your needs. Perhaps it's a collection of material objects you treasure. Maybe it's a preoccupation with money. It could also be relationships, making sure there's always enough friends and connections to never really feel alone. It's our tendency to let things add up so that we won't quite need God to fulfill our inner life. Yet in this Sunday's Gospel, we have that inescapable petition from the Our Father. "Give us each day our daily bread."

This life isn't an immediate arrival. And as much as we might try to shore up possessions and pleasures, we know the journey is unpredictable. Give us this day our daily bread implies enough for the next set of steps, but not enough to stockpile. So here's the big question: Do we trust God to give us what we need? After all, "What father among you would hand his son a snake when he asks for a fish?... how much more will the Father in heaven give the Holy Spirit to those who ask him?" At the Last Supper, Jesus said he would never leave us orphaned. God will not abandon us. And surely He wouldn't ask us to pray for what He does not intend to give.

Of course, sometimes our prayers for daily help can seem to go unanswered. Today's Gospel has advice for that, too. "I tell you... he will give up to him whatever he needs because of his persistence." Our spiritual stockpiling increases our self-reliance and decreases our openness to God's possibilities. Be persistent in your pursuit of God! Trust that He will keep His promises to provide for us, today and always.

17° Domingo del Tiempo Ordinario

Las lecturas de esté domingo son una hermosa forma de invitación de molestar a Dios por medio de la oración. Molestar con insistencia hasta lograr lo que es bueno para la persona y para la sociedad. No en vano el Papa Francisco al final de casi todos sus discursos termina con un "por favor, oren por mi". Como un gran ejemplo también, tenemos a Abraham que en su oración se atreve a negociar con Dios sobre cuántos justos existían en la ciudad de Sodoma. "¿Es cierto que vas a exterminar al justo con el malvado?". (Génesis 18:23). ¿Qué pesa más ante Dios, la maldad o la bondad? La misericordia de Dios es infinita, aunque en este pasaje del Génesis, Sodoma y Gomorra son destruidas por no haberse encontrado ningún justo. (Vea Génesis capítulo 19).

El Papa Francisco habla hermoso sobre la oración: "La oración nos cambia el corazón. Nos hace comprender mejor cómo es nuestro Dios. Pero para esto es importante hablar con el Señor, no con palabras vacías. Jesús dice: 'Como hacen los paganos'. No, no, hablar con la realidad: 'Pero, mira, Señor, que tengo este problema, en la familia, con mi hijo, con este, con el otro? ¿Qué se puede hacer? ¡Pero mira que tú no me puedes dejar así!'. ¡Ésta es la oración! ¿Pero tanto tiempo lleva esta oración? Sí, lleva tiempo". (Homilía Casa Santa Marta, 3 de abril de 2014). En cada Eucaristía, confiadamente repetimos domingo a domingo la oración que Jesús nos enseño. En cada reunión de familia al rezar el rosario u otras devociones, el Padre Nuestro es muy importante. Insistamos, pues, no dejemos de orar unos por otros, molestemos al Señor que si es para nuestro bien concederá lo que se le pide.

BACK TO LIST