30th Sunday in Ordinary Time

10-21-2018Weekly Reflection©2018 Liturgical Publications, Inc.

"Son of David, have pity on me!" Has the cry of Bartimaeus ever escaped your lips? Today's Gospel tells the story of a blind man with a difficult lot in life. He made a living by begging coins off passing travelers. When word reaches him that Jesus will be passing by, this is when he begins is shouts for mercy. Jesus hears Bartimaeus' cry and beckons him forward.

"What do you want me to do for you?" Last week, Jesus asked a similar question to James and John. Their response was a clutch for fame. Bartimaeus' response is much humbler. "Lord, I want to see." How strange this interaction must have seemed to the onlookers. The man is blind! Of course, he wants to see! But Jesus is always teaching us. By asking us what we want, Jesus reveals the dispositions of our hearts. God already knows them, but do we? By asking James and John to name their ambition, their selfishness is exposed to them and to the other disciples. By asking Bartimaeus to name his longing, his faith is exposed to the entire crowd. Jesus invites participation in our own redemption. He doesn't save us without us!

Take some time in silent prayer today. Place yourself in this story of Bartimaeus. Imagine yourself there on the dusty, crowded roadside. Jesus is calling you! When you stand before him, his focus is on you and you alone. "What do you want me to do for you?" he asks. Search your heart. How would you respond? What part of your heart is Jesus asking you to expose? He has come to heal and to restore. May we, too, be sent! "Go ... your faith has saved you."

El Evangelio de hoy está lleno de acción por parte del ciego Bartimeo. Les invito a ver paso a paso lo que sucede en la escena. Él está a la orilla del camino, escucha movimiento y se entera que es Jesús de Nazaret el que pasaba. Enseguida, comenzó a gritar. "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!" (Marcos 10:47). Para el ciego, sólo Jesús podía salvarlo de su ceguera. Fue persistente, aunque le decían que se callara, gritaba aún con más fuerza. Él sabía exactamente lo que quería; no tenía ninguna duda. Él deseaba ardientemente encontrarse con Jesús. Estaba seguro que Jesús se compadecería de su situación. ¿En su vida ha experimentado alguna vez esa seguridad en Jesús?

Cuando Jesús se detiene y le llama, el tira su manto, y de un salto. Se pone frente a Jesús. Listo para la misión, seguro de sí mismo, atiende a la pregunta: "¿Qué quieres que haga por ti?" Maestro quiero ver. Su fe lo salvo. "Puedes irte, tu fe te ha salvado." Qué hermoso momento encontrar a Jesús, verlo, sentir su bondad y misericordia. Bartimeo ya no estaba solo en el camino, se unió a Jesús en una relación íntima e inquebrantable. Fe en acción es el ejemplo de este ciego. ¿Quiénes son los Bartimeos de nuestro tiempo? ¿Quiénes están en el camino dando gritos? Inmigrantes que sufren, jóvenes que claman por justicia, violencia en las familias y en la sociedad. ¡Señor, ayúdanos a ver más allá de nuestra miopía!