Fourth Sunday of Advent

12-24-2017Weekly Reflection©2017 Liturgical Publications, Inc

"Behold, you will conceive in your womb and bear a son, and you shall name him Jesus." Today is the last Sunday of the Advent season, and we hear in the Gospel the anticipation of the feast we will celebrate in just one day. Christmas is coming! Jesus is on his way! We have had weeks to prepare for this momentous occasion, and now we are on the very verge of its arrival. The children in our midst can hardly contain their excitement as they wait to wake up on Christmas morning. The thrill of this coming moment is meant to remind us of the joy and anticipation we should all feel as we await the coming of Christ. Yes, Christmas is a great feast, but there is more here than a remembrance of the past or a fabulous party in the present. There is a looking-ahead as well. We celebrate as we anticipate.

Much as Mary must have waited in wonder during the nine months of her pregnancy, we wait in hopeful  expectation as Christians looking forward to being reunited with our Savior. Our future is full of hope. The deflating melancholy that afflicts many people after a holiday runs its course need not be the experience of the Christian waiting for Christ. We are always looking forward to something! There is never a moment when we have no cause for joy. Our lives are lived in a kind of unending advent as we stand in watchful waiting. Let us remember this as we enter into our Christmas Eve gatherings and festivities. As we join with family and friends to share in the good things of this life, may we carry with us the joy of knowing that even better things lie in store for us who welcome the infant Jesus into our hearts and homes.

¡Verdaderamente el Señor está con nosotros por medio de María! Mañana celebramos la Natividad del Señor. Si hemos puesto atención en este Adviento nos daremos cuenta de que la liturgia de hoy nos propone el mismo Evangelio que leímos en la fiesta de la Inmaculada Concepción. Si recordamos bien, con su "sí" María acepta su vocación de ser la Madre de Dios, experimentando así el misterio gozoso de ser mamá -misterio que Dios ha planeado desde toda la eternidad, manifestado a la humanidad en día de la Encarnación. "El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús" (Lc 1, 30-31).

El Padre nos envía a su Hijo para nuestra salvación. Éste es el increíble misterio de la Navidad, misterio de gozo y esperanza. Es la presencia de Dios en tantos caminos y experiencias de nuestra vida. Hoy la gracia es dada desde el cielo a toda la humanidad. Nuestra disponibilidad debe ser servir al Señor con un corazón que confía y pueda decir como María, "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho" (Lc 1, 38). El punto es que Dios hace su tienda entre nosotros. ¿De qué manera? ¿Dónde? En el lugar menos esperado, en el seno de María. El centro de todo es Cristo. Aprendamos, de María sobretodo, su apertura total al amor y a dejarse llevar por Dios, haciendo su voluntad hasta la cruz. ¿Experimento que Dios ha estado conmigo en este Adviento? ¿Estoy ya preparado para recibirlo?